Mucho que contar
Como dice Pili, soy de bufas; es decir: cojo una afición y ya sólo vivo por y para ella. Así me ha pasado con la fotografía, con las carreras, con la lectura, con las terapias, con la escritura y con las mil empresas que un carácter curioso y una formación insuficiente --por la época y las circunstancias que rodearon mi infancia / adolescencia - me han llevado a emprender.
Seguramente por
eso, en 2012, henchido de soberbia por los comentarios que la gente hacía sobre
mis relatos y una frase recurrente de aquellos comentarios: "sigue
escribiendo, que tienes mucho para contar", decidí iniciar unas memorias.
Tenía 55 años y
efectivamente mucho que contar, pero de ahí a estar listo y preparado para
escribir unas memorias hay un abismo. Aún no podía hablar de Miquel, ni de Lluna,
dos de los acontecimientos más importantes de mi vida - ni siquiera ahora, ocho
años después puedo, todavía, hablar de Clara--, aún no me había jubilado,
Angela no se había casado y ya se ha separado, Maria seguía allí, Pili estaba
sana, aunque ya daba avisos de que algo no iba bien, y podíamos ir y venir por
el mundo a nuestro gusto.
En fin, que
escribir unas memorias resultaba una pedantería que abandoné un año después, a
la altura del momento en que conocí a Pili y nos casamos, en 1978. Seguí
tomando, no obstante, notas y sugerencias para presuntas ampliaciones. Y ahora,
que ya empiezo a declinar y sí tengo edad de escribir memorias, prefiero
explicar vivencias. Es decir, paso de autobiógrafo a abuelo Cebolleta, espacio
en el que me muevo más cómodamente.
En aquel
entonces, uno de los motivos que me decidió a dejar las memorias fue ver que no
era lo suficientemente valiente ni honesto si no plasmaba hechos y, sobre todo,
relaciones personales a la hora de narrar mi vida. Afortunadamente no lo hice.
Leo a menudo esto de que tal o cual autora, director, actriz o cantante ha
desnudado su alma en público y me pregunto qué necesidad hay de torturar y
torturarse contándole a todo el mundo tus miserias. Habrá quien lo necesite,
que ayudará a otros al hacerlo, no lo dudo y lo respeto. Pero en mi caso, mis
mierdas prefiero comérmelas yo solito. Mis relaciones con las personas son las
que son y me encuentro a gusto sin necesidad de estar escupiendo a la gente a
la cara los medijiste y los mehiciste hace mil doscientos años.
¿Hipocresía?, puede ser, pero me apetece más llamarlo manual de convivencia. Me
revientan las personas que siempre van con la sinceridad por bandera. Si todos
fuéramos tan sinceros, la humanidad se habría extinguido hace milenios.
Pero lo de
escribir lo sigo llevando dentro. Lo necesito. Y me gusta compartir lo que
escribo, porque si no, ¿qué sentido tiene? Es aquello de si el árbol hace ruido
o no cuando cae en un bosque en el que no hay nadie. No es vanidad, no lo creo;
aunque la vanidad parece ser inherente al ser humano y sacársela de encima es
un trabajo de budas. Y la verdad, eso de meditar y hacerse estoico está muy
bien: pacifica la mente, relaja el cuerpo, ilumina el alma, te hace (creo)
mejor persona y todo eso, pero levitar tampoco es mi objetivo. Así que, si es
vanidad, que lo sea, igual me da.
Lo que ya no hago
es enviar cosas a concursos, al menos compulsivamente, como hace años. En esto
sí que veo un poco más de necesidad de reconocimiento, de premios, de
prestigio... de vanidad, en una palabra. Además, opino que alrededor de este
mundo de los concursos hay mucha trampa. Pero de ese tema ya hablaremos
tranquilamente en otra ocasión.
Decía que
escribir es para mí una tarea distraída y liberadora, pero que escribir para mí
mismo me parece un onanismo intelectual sin orgasmo. Y como ya no pienso
concursar, ni escribir memorias, ni publicar libros, ni nada que me suponga
obligación, estrés o ansiedad, pues he abierto este blog y que lo lea quien
quiera.
Ya abrí y cerré
uno hace años. En aquél colgaba relatos de cualquier tipo; cosas que después
enviaba a concursos dependiendo de los comentarios que recibía. Es decir: lo
utilizaba como una especie de relatòmetro. Este será más personal. Se nutrirá
de mis recuerdos momentáneos y de todos aquellos apuntes que tomé cuando, y
desde, el intento de aquellas memorias que dejé caer en el olvido.
A mí me servirán
en todos los aspectos que he enumerado. Si a alguien más le hacen sonreír o
recordar y compartir el recuerdo, tendré un momento de felicidad y si no, pues
eso.
Malilla (L’Horta) 23 de enero de 2021
Muy xulo,komo siempr
ResponderEliminarGracias. Me anima a seguir
EliminarLa vanidad y la creación artística van cogidas de la mano.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Gracias por el comentario
EliminarSoy nueva en tus relatos , historias etc. , seguiré al "abuelo cebolleta" y seguro recordaré alguna época pasada, lo que indicará que ya tengo algo de " abuela cebolleta " yo también ja,ja,ja.
ResponderEliminarAhí estamos. Todos tenemos mucho que contar
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